El jardín de Eva

 

Los idiomas deberían servirnos para tender puentes en lugar de para levantar murallas.

Si tenemos la inmensa suerte de dominar dos lenguas, ¿por qué vamos a renunciar a una de ellas? Y, al mismo tiempo, ¿por qué no procurar expresarnos en aquella que nos entiendan, cuando hablamos o compartimos proyectos con personas de otras regiones distintas a la nuestra?

Este blog nació en catalán, aunque en él he reseñado hasta ahora obras de autores de toda España y de distintos puntos del mundo, compartiendo fragmentos en castellano de muchas de esas novelas o ensayos.

En alguna ocasión, cuando he compartido algún post de este blog en alguna de mis redes sociales, alguien se ha quejado de que no todo el mundo entiende el catalán. Lo paradójico del tema es que la mayoría de los lectores asiduos del blog ni son catalanes ni entienden el catalán, pero siguen mis posts sirviéndose del traductor. Eso hace que para mí sus visitas y sus comentarios resulten impagables.

¿Por qué sigo insistiendo en escribir los posts en catalán? Pues porque es una de mis lenguas y cuando ideé Creant Llibertat lo hice en catalán. Sin embargo mi otro blog, Sinaptando, no tendría sentido para mí en otra lengua que no fuese el castellano. Quizá sean manías mías, pero creo que, a la hora de escribir, tenemos que sentirnos a gusto con la lengua en que lo hacemos.

¿Por qué hoy este post en castellano? Pues por la misma razón por la que ya lo hice cuando reseñé la novela Nunca fuimos Ingrid Bergman, de mi amiga Carmen Cabeza: Por respeto a sus autoras.

Porque hoy quiero tomarme la libertad de reseñar un libro especial, en el que he invertido gran parte de mi tiempo libre en los últimos meses. Se trata de la antología El jardín de Eva. Un libro sobre mujeres escrito por siete mujeres de diferentes puntos de España, entre las que tengo el privilegio de contarme.

 


Puede parecer una muestra de prepotencia o de egocentrismo que un autor reseñe su propia obra, pero no voy a mencionar mi relato, sino que voy a centrarme en los de mis compañeras.

Hasta que acepté formar parte de este proyecto literario, desconocía por completo lo que se cuece entre las bambalinas del mundo editorial y tengo que reconocer que lo más fácil de todo el proceso es la fase creativa. Escribir no encierra ningún misterio. Sólo se trata de dejarnos llevar, enredándonos en las palabras, tirando del hilo hasta sorprendernos nosotros mismos de lo que puede llegar a salir cuando somos capaces de dejar de autocensurarnos. Lo realmente difícil es lo que viene después: la promoción del libro, la captación de lectores que estén dispuestos a adquirirlo a ciegas, porque, seamos sinceros: a mí no me conocen ni en mi propia casa y a algunas de mis compañeras tampoco. Por eso es tan de agradecer a las personas que han confiado en todas nosotras que hayan apostado por nuestro Jardín de Eva y nos hayan dado una oportunidad.

La antología se ha hecho esperar, pero creo que todos los lectores que la han adquirido en la web de Diversidad Literaria ya han recibido el libro y han tenido la ocasión de empezar a leerlo.

Pese a que nuestros editores nos enviaron un borrador del mismo antes de llevarlo a imprenta, me resistí a leerlo, pues prefería esperar a hacerlo al mismo tiempo que lo hicieran nuestros lectores, al tener en mis manos el libro impreso. Y no he acabado de hacerlo hasta hoy mismo. La sorpresa ha sido mayúscula, pues considero que Eva ha quedado perfectamente representada en cada una de sus páginas, a través de personajes muy dispares entre ellos, pero con un anhelo común: la libertad.


El libro comienza con los relatos breves de Manuela Castellote. Unas historias muy diversas que, agrupadas bajo el titulo El encuentro de las máscaras, nos acercan a distintos tipos de mujeres y recrean tramas de lo más intrigantes, incidiendo en los pequeños detalles, que son los que acaban haciéndonos la vida interesante.

Patricia Giaquinta trata un tema tan delicado como el maltrato hacia la pareja en su relato No te odio. Su protagonista logra liberarse del yugo de su maltratador y, con el tiempo, no sólo consigue reinventarse sino que además aprende a dejar de odiarle.

Sara de Haro sorprende por su lenguaje claro y directo en su relato Olivia, enhebrando los hilos de una relación de poliamor en la adolescencia que una de sus protagonistas recuerda años después, cuando siente haber fracasado en casi todo en la vida, aunque sin culpar a otros de su mala suerte y sin dejar de mofarse de sí misma.

Isabel López utiliza un formato distinto en El silencio de la libélula, la historia de una mujer que consigue recuperarse a sí misma, después de haber consagrado su vida a los demás. En su caso se trata de relatos muy cortos que se relacionan unos con otros, en un estilo muy natural.

Concha Mateo, en su relato Mía, cuenta la historia de tres generaciones de mujeres que, habiendo tenido que enfrentarse a la pérdida y al dolor desde muy pequeñas, logran mantenerse en frágil equilibrio entre el amor, el resentimiento y el perdón.

Por último, María Rosa Román consigue tocarnos la fibra más sensible con su relato Interiores, en el que nos presenta a una mujer que durante treinta interminables años es maltratada y ninguneada por su marido. Un tema tristemente de actualidad que destapa una realidad que siempre ha tendido a desterrarse de puertas para adentro.

Descubrir estas nuevas voces y estas sorprendentes letras me ha permitido valorar aún más la oportunidad de haber formado parte de esta antología.

Si estáis interesados en adquirir el libro podéis hacerlo en la web de Diversidad Literaria, en el siguiente enlace:

El jardín de Eva - Obra colaborativa crowdfunding (diversidadliteraria.com)


Mil gracias a todos los que habéis comprado el libro por haber creído en nosotras y en nuestras letras.

 

Estrella Pisa

Comentaris

  1. Felicidades estrella, a ti , y a todas. Cuando un proyecto da a luz, no importa qué tanto o menos conocidos seamos. Lo importante es el cariño y esmero dedicado. Un trabajo, que quizás no es para todos. De nuevo felicidades 🎂 a todas. Comparto en redes, compañeras.

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    1. Mil gracias, Keren. Por tus palabras, por tu apoyo, por el tiempo que llevas leyendo mis post y por todo lo bueno que me has aportado desde el principio. Gracias a personas como tú el mundo me sigue mereciendo la pena todos los días. Pese a sus partes oscuras, que a veces se nos antojan una carga tremenda que creemos que ya no podremos soportar. Pero entonces llegas tú y con tus letras lo inundas todo de luz y la vida vuelve a cobrar su sentido. ¡Gracias compañera!









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