L'Inquisidor de Colors

El món de l’art sempre ha anat acompanyat de misteris i secrets que moltes vegades no han arribat a transcendir.

Més enllà dels quadres que s’exposen a les sales dels museus s’amaguen moltes incògnites; anècdotes que tenen a veure amb la forma com van ser pintats, peculiaritats dels artistes que els van fer possibles, històries que expliquen la relació entre els personatges que van quedar immortalitzats en les escenes o símbols que moltes vegades som incapaços d’identificar i que, pels entesos en la matèries, expliquen el perquè de tot plegat.

El Museu del Prado guarda molts d’aquests misteris i secrets que envolten les obres que custodia a les seves diferents sales d’exposició, als estudis de restauració i als magatzems. Un edifici amb més de dos-cents anys d’història desperta l’interès no només de persones amb sensibilitats artístiques sinó també de curiosos que tendeixen a buscar-li sempre tres peus al gat.

Aquest museu ha protagonitzat diferents novel.les que ens han ensenyat el que no podem veure quan ens limitem a admirar obres com El jardí de les delícies  o  La pedra de la bogeria d’ El Bosco a les sales obertes al públic.

Una d’aquestes novel.les, El maestro del Prado, la va escriure  Javier Sierra al 2013. Una altra és la que acabo de llegir de Luis Montero Manglano, El museo de los espejos.

A banda de novel.lista d’èxit, Luis Montero Manglano és director de formació i professor d’art i història medieval al Centre d’Estudis del Romànic de Madrid. Autor de la trilogia Los Buscadores, tres novel.les de les que vaig gaudir fa uns anys.

A “El museo de los espejos” ens permet realitzar un viatge a través de determinades obres del museu del Prado, explicant-nos què hi ha al darrera de cadascuna i envolicant als seus protagonistes en un seguit d’assassinats amb els que els seus autors intenten recrear les mateixes escenes d’aquests quadres.

Un d’aquests personatges, en Guillermo Argán, es converteix en la figura més enigmàtica, però alhora també la més entranyable de la història que narra la novel.la.

Un padre jesuita llamado Ménestrier, que era un experto lector de símbolos, escribió en el siglo XVIII que la primera baraja de Francia se elaboró en 1392 para el rey Carlos VI. Por si no lo saben, Carlos VI estaba como una regadera.- Una de las oyentes mostró entusiasmada una regadera de color rosa decorada con margaritas-. Exacto, querida, así de loco estaba. Cuando su salud mental no le permitía gobernar, lo único que lo consolaba eran los juegos, así que los cortesanos pintaron para él una baraja de cartas con cuatro palos: picas, diamantes, tréboles y corazones. Pero hay en ella mucho más de lo que parece.

Guillermo volteó otras tres cartas. Por efecto de una asombrosa casualidad, resultaron ser los tres reyes que faltaban.

-Ciertamente, es más que un juguete- continuó-. Es el mundo concentrado en cincuenta y dos naipes. Al menos, el mundo tal como estaba organizado en tiempos de Carlos VI. Cada uno de los palos simboliza una clase social: las picas son los nobles, los corazones son los sacerdotes, los diamantes representan a la burguesía y los tréboles a los campesinos, los hombres y mujeres que trabajaban la tierra de sol a sol.

                                                           ***

El Arconte de Esmeralda se convirtió en su rey. Los hombres le pidieron que les mostrara cómo era la belleza del Infinito que existía más allá de su cueva, y él les enseñó: “Esas sombras que veis son como una imagen en un espejo- les reveló-. Lo que debéis hacer es reproducirlas, cread vuestros propios espejos, y después ponedlos frente a frente, reflejo contra reflejo, y así obtendréis una puerta al Infinito”.

Pero ellos no sabían cómo hacerlo, así que el Arconte de Esmeralda les transmitió el secreto de crear imágenes que reproducen reflejos de la realidad.

Les enseñó, en definitiva, el arte de la pintura.

Y los hombres pintaron: primero en los muros de su caverna, luego sobre las pieles de los animales. Aprendieron el uso de los colores, de la sombra, del relieve y del claroscuro; siempre siguiendo las enseñanzas del Arconte de Esmeralda. “Cuando alcancéis la perfección- les dijo-, abriréis las puertas del Infinito. Y seréis bellos e inmortales, igual que yo”. Los hombres siguieron sus enseñanzas con entusiasmo.

Sin embargo, hubo uno de ellos que no lo hizo. Era un traidor. Un hombre que, en secreto, había rendido pleitesía a otro de los hijos del Uno: el Arconte de Rubí.

Era éste el más joven y el más débil de los doce Arcontes Singulares, pero también el más astuto. Su esencia era la emanación del Conocimiento Puro. El Arconte de Rubí sedujo a uno de aquellos hombres y le hizo ver que su hermano de Esmeralda era un mentiroso, y que sus enseñanzas tan solo traerían desdicha, pues el saber que se oculta en el Infinito no está hecho para las mentes de los hombres.

El Arconte de Rubí se presentí ante aquel hombre adoptando el avatar de un pato con plumas rojas y le concedió el don de leer los mensajes que el Universo transmite a través de los símbolos; de esa forma no sería engañado por el Arconte de Esmeralda. Una vez adquirida esa capacidad, le otorgó un nombre: el Inquisidor de Colores.

El Inquisidor de Colores logró introducir la duda en el corazón de los hombres, y estos se rebelaron contra el Arconte de Esmeralda. Una noche, mientras dormía, saquearon su palacio, lo degollaron y lo descuartizaron. Su nombre fue olvidado y se le conoció a partir de entonces como El Rey En Mil Pedazos.

 

         Fragment d’ “El museo de los espejos” de Luis Montero Manglano- 2017

Una novel.la on el seu autor conjuga art, història  i simbologia amb els instints més obscurs i aberrants dels que som capaços els éssers humans.

 

Estrella Pisa

 

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